jueves, 10 de abril de 2014
martes, 8 de abril de 2014
Desde Santiago de Cuba
UN SÁBADO CON NOGUERAS
El sábado 5 de abril de 2014 Luis Rogelio Nogueras (1945- 1985) volvió a Santiago de Cuba. La librería Aeneo Amado Ramón Sánchez, en la populosa calle Enramadas fue el escenario para la presentación de Entre el cuerpo y la luz. Poemas y canciones para wichy ( Ediciones La Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2013).
El encuentro se inició con la intervención de Reinaldo Cuesta que fuera Director de la Editorial Oriente y que atendiera a Nogueras en los años setenta cuando el poeta viajó a esta ciudad de Santiago de Cuba a instancias del Instituto Cubano del Libro.
Fue también la oprtunidad de escuchar La trovada inasible, de Silvio Rodríguez y el poema Poesía trunca, en la propia voz de Wichy.
Los compiladores de este libro , León Estrada y Reynaldo García Blanco agradecieron al poeta Victor Casaus y al Centro Pablo la aparición de este título , justamente en aniversario 70 del natalicio del autor de Cabeza de Zanahoria.
El narrador y periodista Eric Caraballoso hizo una presentación al más fino estilo nogueriano donde humor e ironía nos llevaron de la mano por la obra y vida de un hombre que vivió en estado de gracia y poesía.
Informe sobre el hallazgo de cierto libro de poemas y la posible existencia
de un escritor del siglo veinte, presumiblemente llamado Luis Rogelio Nogueras
Tras ser encontrado
cierto libro –con la caricatura de un hombre en la cubierta sobre un fondo azul
y nubes, evidentemente el cielo tal como se conocía en aquellos lejanos años–
en las exploraciones arqueológicas realizadas en un sitio que resultó ser una
antigua biblioteca o tal vez una librería de Santiago de Cuba de inicios del
tercer milenio de la anterior Era –a juzgar por la fecha de publicación del
libro: año 2013–, se procedió a investigar sobre dicho volumen y la figura en
torno a la cual gira su contenido. A continuación, relacionamos los resultados
de nuestra pesquisa:
1-
Un primer examen del libro en sí nos permitió
comprobar que este se titula Entre el
cuerpo y la luz, y fue publicado por Ediciones La Memoria, del Centro
Cultural Pablo de la Torriente Brau. Se pudo conocer, además, que dicho centro
se hallaba enclavado en La Habana, a más de 900 kilómetros de Santiago de Cuba,
por lo que el libro debió ser trasladado posteriormente a la urbe santiaguera,
donde, por demás, fechan su Introducción –en agosto de 2013, para ser más
exactos– los dos compiladores del volumen, llamados León Estrada y Reynaldo
García Blanco. Sobre este particular se sugiere una investigación
independiente.
2-
El libro en cuestión lleva por subtítulo Poemas y canciones para Wichy, lo que
nos lleva a suponer –teniendo además en cuenta la Introducción de los
susodichos Estrada y García Blanco, así como otras palabras previas suscritas
por alguien llamado Víctor Casaus y que al parecer era el director del ya
referido Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau– que se trata en efecto de
una compilación de poemas y canciones para alguien llamado Luis Rogelio
Nogueras, conocido también como Wichy –de ahí el subtítulo-, y como el Rojo,
sobrenombre que, de acuerdo a una indagación posterior, fue resultado del color
de su pelo.
3-
El libro incluye unos ochenta textos poéticos de
autores varios, divididos en dos secciones tituladas El convite de los amigos y
Amar al cisne salvaje, y sobre las cuales sugerimos consultar, previa
autorización de los especialistas competentes, la susodicha Introducción de los
susodichos Estrada y García Blanco. De igual forma, aparecen en el volumen
breves fichas de los autores compilados y un conjunto de instantáneas agrupadas
bajo el título de Homenaje fotográfico a Wichy, y donde al parecer se recogen
fotos del mismo desde su infancia en las que se le puede ver, por ejemplo, en
compañía de sus padres, vestido de militar, con gafas, con y sin sombrero,
junto a otros poetas como Fayad Jamis, o a un muy delgado trovador nombrado
Silvio Rodríguez, o junto al ya mencionado Víctor Casaus.
4-
De la revisión de la contracubierta, parte azul y
parte blanca con letras en negro encima, y milagrosamente bien conservada a
pesar del abrumador paso del tiempo, pudimos conocer que el susodicho Luis
Rogelio Nogueras, a quien se dedica el libro, fue un poeta, narrador y
guionista de cine, nacido en 1944 –la nota en realidad dice 1945, aunque al
parecer se trata de una errata o tal vez de una premeditada y, por ende,
sospechosa confusión– y fallecido en 1985, y autor de obras como Cabeza de zanahoria (Premio David de
Poesía, 1967), Y si muero mañana
(Premio de novela, Concurso UNEAC, 1977), Imitación
de la vida (Premio de Poesía de Casa de las Américas, 1981) y La forma de las cosas que vendrán,
publicado al parecer póstumamente en 1987. En la pequeña nota se afirma, como
también se sugiere en la susodicha Introducción de los susodichos Estrada y
García Blanco y como parecen confirmarlo los premios antes citados –y sobre los
que también recomendamos una indagación independiente–, que Nogueras fue uno de
los escritores más destacados de su generación. Por esta razón, y teniendo en
cuenta la naturaleza literaria del hallazgo en cuestión, consideramos
pertinente realizar una investigación más exhaustiva sobre el susodicho
Nogueras, Wichy o El Rojo.
5-
Tras consultar, previa autorización de los
especialistas competentes, las escasas fuentes de información existentes al
respecto, entre ellas un antiguo diccionario literario en antiguo formato
digital, almacenado en un obsoleto servidor del siglo veintiuno, y una carpeta
de reseñas biográficas existente en los fondos del Ministerio de Cultura, departamento
de Historia y Tradiciones, se pudieron reunir algunos nuevos datos sobre el
susodicho Luis Rogelio Nogueras. De acuerdo a lo allí expresado, se trató de un
escritor versátil, cuya obra alcanzó especial relevancia dentro de la llamada
poesía conversacional de la segunda mitad del siglo veinte cubano. No obstante
a ello, algunos autores, en especial Guillermo Rodríguez Rivera –poeta también
compilado en Entre el cuerpo y la luz
por los susodichos Estrada y García Blanco– apuntan que la lírica de Wichy
superó los presupuestos de esta vertiente poética para incorporar algunos
signos del posmodernismo literario, y experimentar con el lenguaje, la
metaliteratura, los géneros y la ironía.
6-
Siguiendo sus apuntes biográficos, se pudo
conocer que el susodicho Nogueras era sobrino nieto del reconocido escritor hispano-cubano
Alfonso Hernández Catá, fallecido en un accidente aéreo cuatro años antes del
nacimiento de Wichy y en cuyo honor se instituyó un prestigioso premio nacional
de cuentos, ganado en una ocasión por la madre del propio Wichy, llamada Gloria
Nogueras Hernández Catá. Por esta razón, algunos biógrafos y periodistas –a los
que nuestra especialista en literatura
antigua califica de cursis y nuestro biólogo de ingenuamente errados–,
han referido que el susodicho Nogueras llevaba la literatura en la sangre.
7- Los datos obtenidos también develaron que en los años sesenta del
siglo veinte, época en la que comenzó a escribir literatura, Wichy estudió en
la Escuela de Letras de la Universidad de la Habana, y se vinculó a la
promoción de jóvenes escritores de la revista El Caimán Barbudo, publicación de nombre incomprensible a la luz de
la ciencia actual –se recomienda una concienzuda investigación independiente al
respecto. Además, se pudo conocer que en 1971, justo en el año del nacimiento
de su única hija, llamada Ámbar, el susodicho Nogueras pasó a trabajar al
Taller 04 Urselia Díaz Baez, de la Imprenta Nacional de Cuba, sito en Zulueta y
Corrales, en La Habana, donde se desempeñó un tiempo como auxiliar de
linotipista. Se sospecha que ello se debió a alguna medida punitiva en su
contra, o al menos en contra de su concepción de la literatura.
8- Otros datos de Wichy, seleccionados aleatoriamente de su reseña
biográfica encontrada en los fondos del Ministerio de Cultura, departamento de
Historia y Tradiciones, señalan que escribió un estudio, lamentablemente
desaparecido, sobre la obra del gran poeta cubano Eliseo Diego; que colaboró
con el cineasta Octavio Cortázar en los guiones de los en su momento exitosos
filmes El brigadista y Guardafronteras; que visitó países como
la Unión Soviética, Hungría, Finlandia, España, Polonia, Viet Nam, Dinamarca, y
los Estados Unidos; que en Suecia impartió una conferencia sobre la novela
policial en Cuba, y fue entrevistado para el programa literario La ventana del libro, de la emisora
Sveriges Radio, mientras en Nicaragua recorrió junto al ya referido Víctor
Casaus más de mil quinientos kilómetros por unidades militares y puestos
fronterizos del Departamento de Zelaya Norte, en los que realizó lecturas de
poesía; que con el propio Casaus escribió el libro Silvio: que levante la mano la guitarra, sobre el ya mencionado trovador
Silvio Rodríguez y cuyos derechos de autor donaron al salvadoreño Frente
Farabundo Martí; que recibió el Premio Girasol que otorgaba la revista Opina –se desconoce la naturaleza del
premio, aunque se presume que no era de poesía–, y que cinco años después de su
temprana muerte, fue inaugurada una librería con su nombre en las calles
habaneras Galiano y San José.
9- A pesar de todo lo anterior, que parece confirmar la existencia del
susodicho Luis Rogelio Nogueras en el ya lejano siglo veinte, algunos datos
descubiertos casi al azar establecen un ruido, una entropía. Uno muy particular
se refiere a su relación con el doctor W.S.T. Hillip Zen Eugen Jahra, escritor,
médico, etnólogo y estadista por muchos años de un remoto y pequeño país –el
más pequeño del mundo por aquel entonces, según se afirma en las referencias
halladas– nombrado República Independiente de Simbeck. Al parecer, el doctor
Zen, como es llamado el personaje, conoció a Nogueras en la mesa de un café
durante una visita a Cuba a mediados de los años sesenta y ambos sostuvieron
una empatía poética. Así lo refiere en 1987 Guillaume de la Rivière en unas
palabras incluidas en un libro del propio doctor Zen. Estudios posteriores sugieren,
sin embargo, el carácter apócrifo de ambos personajes: Zen y de la Rivière, lo
que hace sospechar a su vez el carácter apócrifo del susodicho Nogueras.
10- Un dato más alarmante aún lo ofrece el propio Wichy, o el –ya a estas
alturas– supuesto Wichy, al afirmar en uno de sus libros, compilación de poemas
de otros escritores descubiertos por él y titulada El último caso del inspector, que “ya nadie pone en duda hoy que
Luis Rogelio Nogueras, el ‘autor’ del célebre poema Eternoretornógrafo, no existe. Ambos (el poeta y el poema) se
deben, según parece, a la imaginación y al sentido del humor del escritor
cubano Wilfredo Catá.” Sin embargo, existen evidencias de una entrevista
concedida a Catá por el –entonces no apócrifo– doctor Zen, lo que, si damos
entonces por cierto lo sostenido por de la Rivière sobre el encuentro habanero
de Zen y Nogueras, volvería a otorgar a este último su posible estatus de persona
real. Esta evidente contradicción no ha podido ser respondida en nuestra
pesquisa. Se sospecha, no obstante, que Wichy pudo ser quizás una creación no
ya de Catá sino del propio doctor Zen, o de este en contubernio con Guillaume
de la Rivière, o en realidad una construcción colectiva de todos los poetas
incluidos en la compilación Entre el
cuerpo y la luz –entre los que aparecen Miguel Barnet, Waldo Leyva, Lina de
Feria, Jesús Cos Causse, Raúl Hernández Novas o el ya mencionado Víctor
Casaus–, o tal vez solo de los susodichos León Estrada y Reynaldo García
Blanco, inventores a su vez de todos los demás y falsificadores, por ende, de
fotos y documentos.
11- Tras el análisis de lo anterior concluimos entonces que el susodicho
Nogueras, real o apócrifo, parece haber dejado una huella lo suficientemente
duradera como para merecer un tributo literario como el que se le rinde en este
libro, encontrado en una antigua biblioteca o librería de Santiago de Cuba de
inicios del tercer milenio de la anterior Era; y aún más, para despertar siempre
nuevos debates sobre su obra y su existencia, como un Homero o un Shakespeare
tropical, gracias a un ya no sabemos si fortuito o provocado hallazgo
arqueológico siglos después de la escritura, real o apócrifa, de sus al parecer
muy citados y leídos poemas.
12- Casi al final de nuestra pesquisa, un nuevo hallazgo parece confirmar
esta impronta. Se trata de unos versos sueltos, que al parecer formaron parte
de la presentación inicial de Entre el
cuerpo y la luz, en aquella antigua librería o biblioteca de Santiago de
Cuba, y están firmados por el –no
sabemos si real o apócrifo– periodista Eric Caraballoso Díaz. En ellos se lee,
casi a manera de epitafio: “Rojo: Alguien que merece tantos poemas –estos
poemas, en muchos de los cuales florece como en los tuyos la flor de la poesía–,
repito, ese alguien, o sea tú, está salvado definitivamente del olvido, es
decir, de la muerte.”
Inspector Walter Sabazius Bell Catá
Santiago de Cuba, año 214 de la Nueva Era
Notas enviadas desde Santiago de Cuba, Cuba, por el prestigioso poeta Reynaldo García Blanco
martes, 1 de abril de 2014
Antologías de poetas argentinos- Fundación Sales
La Fundación Sales presentó en la
Academia Argentina de Letras una antología de poesía tradicional. La precedió otra de poesía renovadora y pronto
editará la de poesía de las provincias y
la de poesía de argentinos en el exterior.
Las cuatro antologías reunirán a 200 poetas. El presidente de la Academia,
Pedro Luis Barcia, destacó el hecho, y el académico Antonio Requeni, antólogo
del tomo presentado, se refirió a la poesía clásica.
Panorama de la
poesía argentina contemporánea
Pedro Luis Barcia
Celebremos. Conviene comenzar con este verbo el proyecto de la Fundación
Sales que, a través de Ediciones Papiro, lanzó un programa de antologías con un
panorama de la poesía argentina contemporánea, inteligentemente abierto.
Se aprecian tres líneas: la primera, de Poesía renovadora, editada hace unos años con el avezado antólogo
Osvaldo Svanascini. La segunda, Poesía
tradicional, con Antonio Requeni de antólogo. La tercera –Poesía del Interior, con mayúscula– a
cargo de Santiago Sylvester. Cada línea traerá dos tomos.
Las obras van a
eslabonarse inevitablemente: dos poetas de la antología de Svanascini los
hubiera querido incorporar Requeni: Molinari y Orozco. En la de Requeni hay
poetas del Interior, como Castilla, que anticipan la de Sylvester.
Subrayo un par de aciertos. El primero, el espacio, reducido a un cuarto
centenar de poetas por tomo. Fernández Moreno hubiera dicho “a uno de los
cuatro pétalos del trébol de la suerte”. Otro acierto, el tamaño de los tomitos
los hace “amigables”, por decirlo con el único adjetivo humanizado creado por el
mundo electrónico. Su dimensión invita a llevarlos consigo. Una antología de
600 páginas, como alguna publicada recientemente, no es amical y le vence la
mano a uno por su peso desbordado. Una tercera virtud: la tipografía nítida y
legible invita a fluir, sumándose al fluir de los versos. “Fluyan como estas
aguas nuestros versos”, decía Lugones.
La colección es cordial, al dejar un blanco en cada poeta para que el
lector coloque lo que hubiera escogido, además de la propuesta del antólogo.
Así hizo César Fernández Moreno con la antología de su padre. De 100 poemas
prometidos, contenía 99; en el sitio final ofrecía un espacio para copiar el
que extrañaba el lector. No es mala idea.
El título de cada tomo –25 poetas argentinos contemporáneos– agavillará poetas contemporáneos; y
está bien. Nunca se diga “poesía contemporánea”, expresión que me parece
pleonástica –hay que utilizar estos términos para ser considerado académico–, digamos
redundante, porque como dice Ezra Pound “clásico es un texto que tiene perenne
lozanía”; así la poesía valiosa es contemporánea de todo lector.
La Fundación Sales se sorprendió por la excelente acogida de la primera
antología, por aquello de que “la gente no lee poesía”. La expresión es inversa:
como los hombres no leen poesía, no son gente.
Ante la ausencia del hábito de lectura lírica, cabe una responsabilidad
a las universidades, a sus facultades de letras, en las que se ha convertido a
la narrativa en la Literatura. Las carreras de letras no suelen introducir a
los jóvenes profesores en la lírica –salvo en la española, cuando se da– casi
nunca en la hispanoamericana y menos en la argentina. Ese profesor incompleto
no va a dar clases de lírica ni formará maestros en el género, y esto es más
grave.
La primera antología de este panorama fue de Poesía renovadora en lo formal, la que cultiva el verso libre, de
difícil factura, y el versículo –en realidad debió llamarse versoide– con sus
dos movimientos cordiales de sístole y diástole, que decía Claudel. Poesía de la
ruptura formal y la vanguardia transgresora que, vengamos a casa, incluye cofrades
nuestros: Molinari, Juarroz, Godino.
La segunda línea la asume esta antología requeniana (el hombre, mejor,
su poesía, merece el adjetivo): Poesía tradicional
(clásicos y neoclásicos). El adjetivo “tradicional” expresa, como dice
Requeni, “fidelidad a las formas tradicionales del verso y el carácter de la
poesía.” Felicito a quienes eligieron a Requeni, por su juicio ponderado
alejado de lo banderizo.
Cuando programó el libro, hizo sitio a un solo poeta vivo, Horacio
Armani, entonces nuestro académico, como también lo fueron Banchs, Bernárdez,
Borges, Calvetti, Estrella Gutiérrez, Fernández Moreno, González Lanuza,
Mastronardi, Nalé Roxlo, Vocos Lescano. No está mal, 11 sobre 25 fueron gente
de nuestra casa. La Academia supo elegir.
Requeni nos regala un espacio sereno y plácido. Coincido con la elección
de cada poema, no con la mía actual sino con la que hice entre mis 15 y 18
años, cuando leía estos poemas en mi provincia natal. Los aprendía de memoria.
Si bien es elogiable la voluntad de Requeni de excluirse de la
antología, la deja incompleta. Por eso, sin visa ni permiso editorial, elegí
cuatro poemas suyos que podrían representarlo en esta antología. Actúo como
antólogo del antólogo. Ellos son: La poesía,
Un pájaro, Roma-Amor y El vaso de
agua. Así se hace justicia, aunque mi oficio de antólogo no emparde al de
Requeni.
Regreso a los clásicos
ANTONIO REQUENI
Toda antología -dijo María Elena Walsh- es una
"antojolía". Los antólogos eligen autores y obras según criterios o
gustos que no siempre hallan consenso.
Esta "antojolía"
representa el regreso a poetas clásicos argentinos, por su adhesión a cánones
estéticos y transparencia expresiva. No por antiguos sino por permanentes. La
obra privilegia la poesía lírica por sobre la filosófica o metafísica. Si bien
desde Heráclito a Eliot lo poético y filosófico siempre se acompañaron, el
rasgo más visible de la lírica es la emoción, a través del lenguaje creativo,
revelador. Oscar Wilde preguntaba: "¿Los enamorados dicen palabras de amor
porque están enamorados o están enamorados porque dicen palabras de amor?”
La poesía, como la belleza, no evoluciona, resplandece en la
eternidad; lo que evoluciona o se renueva son las formas para alcanzarla. Todos
los caminos son válidos pero la desintegración de las formas –principal
característica del arte contemporáneo– hizo que el clima poético
se enrareciera, se diluyera su tradicional estado de gracia y afectuosidad.
Para muchos poetas lo que define el valor de un poema es la transgresión, la
irreverencia y un rechazo a la expresión de sentimientos, como si fuera
debilidad, blandura de espíritu.
No condeno la poesía de difícil acceso cuando nace de una
necesidad auténtica. El poeta tiene derecho a la búsqueda y experimentación. No
es el caso de proponer una retórica pasatista; sería absurdo pretender que un
poeta escriba hoy como hace 100 ó 200 años; aunque utilice formas heredadas, el
poeta, si lo es de verdad, reflejará el espíritu de su época. Bienvenidos los
innovadores siempre que no crean que con ellos todo empieza. La cultura es
continuidad o no es nada.
Cuando Arturo Prins me propuso realizar esta selección acepté con
alegría. Significaba una responsabilidad, un homenaje a poetas cuyos versos
tuvieron que ver con mi destino. En ellos encontré, durante mi lejana
adolescencia, la justificación del amor por las palabras, por la sensualidad y
la magia del lenguaje poético. Borges, citable siempre, recordó que a los 10
años oyó a Evaristo Carriego, en la sobremesa familiar, recitar una poesía de
Almafuerte, y los versos dichos por aquel visitante de la calle Serrano le
hicieron experimentar una revelación. El niño descubrió que las palabras, que servían
para comunicarse, podían ser "pasión y música". Hermosa definición de
la poesía. A ella quisiera agregar la del poeta norteamericano Wallace Stevens:
"La poesía es la felicidad del lenguaje".
Los 25 poetas de este libro, cada uno en su estilo, manifiestan sentimientos
–gozos y melancolías de la aventura humana–;
invención de imágenes y metáforas; fluencia armoniosa de palabras, en estrictos
sonetos, en cadenciosos romances o en el ritmo interno de versos libres. Sus
composiciones no se limitan a ser un encadenamiento de reflexiones, visiones
oníricas o protestas sociales. Si abordan o rozan esas instancias, quedan
superadas por su fulgor verbal, por el dichoso e inexplicable misterio que
llamamos poesía.
Mi aspiración al ordenar
esta antología fue que los lectores sientan, como quería Borges, la gozosa
presencia de la belleza, de una iluminación reveladora.
Palabras de Arturo Prins,
director ejecutivo de la Fundación
SALES
Agradecemos, en nombre de la Fundación
SALES, a la Academia Argentina de
Letras por acompañarnos en la presentación de la segunda antología de poetas
argentinos contemporáneos.
Cuando editamos la primera antología, Pablo Anadón la comentó en el
suplemento literario de La Gaceta de Tucumán. El decía que la obra
abarcó un amplio arco generacional, que iba desde la vanguardia surgida en los
años 20 (Girondo, Molinari) hasta la aparecida hacia mediados de los años 70
(Etchecopar). Había también autores de la llamada generación del 40 (Girri, Orozco,
Uribe), aunque la mayor parte estaba conformada por poetas que integraron la
tendencia neo-vanguardista de los años 50 y 60.
En toda antología cabe preguntarse cuál es el criterio de selección.
Para Anadón, Osvaldo Svanascini, compilador de la primera antología, no tuvo en
cuenta la contemporaneidad en su criterio de selección. Svanascini partió de
Oliverio Girondo, pero no incluyó a Baldomero Fernández Moreno ni a Enrique
Banchs, Ezequiel Martínez Estrada o José Pedroni, a pesar de ser todos de la misma
generación de Girondo.
Svanascini eligió una contemporaneidad cualitativa, no cronológica. ¿En
qué consistió esa cualidad? Girondo – concluye en su crítica Anadón – fue el
gran patrocinador de las vanguardias en la Argentina y nunca renegó de su vanguardismo,
como sí lo hicieron Borges, Bernárdez, Marechal y otros, que no figuran en la
antología de Svanascini. Sí están en la de Antonio Requeni que hoy presentamos.
2
De allí que esta segunda antología incluya a poetas clásicos y
neoclásicos, o sea que expresan la poesía tradicional. Esto no quiere decir que
Svanascini haya elegido a sus autores por ser más valiosos poéticamente, sino
que su propósito fue mostrarnos la poesía que él vincula con la vanguardia.
Estos dos primeros tomos de poesía de vanguardia y de poesía
tradicional, incluye cada uno a 25 autores. Próximamente editaremos otros dos
tomos, para mostrar así a 50 poetas de cada estilo. También dedicaremos dos
tomos a la poesía del interior, con 50 autores que seleccionará Santiago
Sylvester. La colección se completará, entonces, con 150 poetas argentinos
contemporáneos, en 6 tomos.
Quisiera recordar aquí a nuestro gran amigo y poeta, Jorge Andrés Paita,
recientemente fallecido. Con él me unía una gran amistad, desde los años que
trabajábamos en La Prensa. Él fue el inspirador de esta obra, cuando nos
presentó a Svanascini y con ellos comenzamos la serie de poesía, que deseamos
completar con antologías de cuentos y de ensayos. Con Svanascini, miembro de la
Academia de Bellas Artes, estuve el sábado pasado cuando festejaba su
cumpleaños 92. Por razones de salud no pudo estar hoy con nosotros y por eso no
quería dejar de referirme a él y agradecerle su valioso trabajo.
Igual agradecimiento queremos expresarle a Antonio Requeni, a quien
también conocí en La Prensa. Además de poeta y notable crítico es narrador de
cuentos para niños. Su preferencia por una determinada poética, no lo
condiciona para reconocer las excelencias de otras. Éste, a mi juicio, es un
valor importante en él.
Querría, finalmente, decir dos palabras sobre la Fundación SALES que
dirijo, que en noviembre pasado cumplió 36 años. Durante 12 años, desde 1976,
editamos la revista Papiro, antecedente de Ediciones Papiro, creada para la
publicación de estos libros sin fines de lucro: la venta de cada antología
genera un fondo para la edición del tomo siguiente.
3
Pero un propósito central de la Fundación
SALES es el apoyo a la ciencia. Así logramos los recursos necesarios para los
trabajos científicos del Premio Nobel de Química, Luis Federico Leloir, precisamente
miembro de la Academia Argentina de Letras hasta su muerte. La Fundación SALES
sostiene, desde hace 25 años, investigaciones del cáncer que realizan
discípulos de Leloir y de su maestro, el Premio Nobel Bernardo Houssay, que también
ocupó el asiento científico en esta Academia.
Por eso quisiera cerrar estas
palabras, con una referencia a las “dos culturas” del recordado libro de Snow.
El escritor inglés se quejaba de la falta de comunicación entre estas culturas.
A Hilario Fernández Long, que fuera rector de la Universidad de Buenos Aires,
le gustaba expresar estas dos culturas en términos de Pascal: el “espíritu de
geometría” y el “espíritu de fineza”. Decía Fernández Long que ambos espíritus
podían y solían convivir en una misma persona. Yo diría que en la Fundación SALES,
como en esta Academia, conviven muy bien ambas culturas.
Poesía renovadora: Aguirre, Alonso, Azcona, Cranwell, Bajarlía,
Bayley, Blasetti, Ceselli, Etchecopar, Girondo, Girri, Godino, Juarroz, Llinás,
Madariaga, Molina, Molinari, Orozco, Ortiz, Paita, Pellegrini, Pizarnik,
Svanascini, Trejo, Uribe, Vanasco.
Poesía tradicional: Banchs, Barbieri, Bernárdez, Borges, Calvetti,
Castilla, Estrella Gutiérrez, Fernández Moreno, Franco, González Carbalho,
González Lanuza, González Tuñón, Ledesma, López Merino, Lugones, Marechal,
Martínez Estrada, Mastronardi, Nalé Roxlo, Pedroni, Rega Molina, Storni,
Villordo, Vocos Lescano, Armani.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)