En los juegos del aire, Norma Mazzei (Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 2016, pp 72
GERMINAL
Septiembre
Como un pájaro de fiesta
éramos
la ceremonia de la vida inacabada.
Horas en que el tiempo ocioso
respiraba asido de los juegos
al amparo del aire.
Y nos crecían interminables manitas
del cuerpo elástico y voluble,
cuando correr era una gloria conocida
y el trayecto un cántico sin tregua.
¿Te acordás que grandes parecían
las olas de la orilla,
qué enorme el limonero,
qué inmenso el espigón?
Había un reguero de lunas sobre el piano
y desnudas muñequitas echadas al sol.
Se nos iban alzando a medida las piernas
que el reloj atronaba cumpleaños a vos
con un dejo de crema, de vainilla y de madre
cuya voz acunaba por la casa infinita.
Piel ámbar de tules
amanecía el cielo en las ventanas,
donde tablillas rugosas
nos flanqueaban los ojos.
Afuera, abierta la vereda amarillenta
de gigantescos fresnos ofrecía
la campanilla terca y el carro lento
del helado más gustoso
que espumaba la boca de frutillas,
los dedos de cacao entre galletas.
UMBRAL
Febrero
Apasionados vientos se llevaron
la vocación letrada,
el largo aprendizaje de los miedos,
la entereza pueril
y todos los fracasos del recuerdo.
Nada más que acumular pasados
en la alforja
tan variada de enseres,
tan preciosa de gemas,
y en la boca el gusto incomprensible.
El alma señaló su propia travesía
aun cuando la pena
más sentida que antes
por aquellos grises torbellinos,
se adueñó del mundo.
Pero un nuevo verano sin tormentas,
bendito mediodía de palmeras
con arenas calientes y venero,
con edredón de ternura
secó su lágrima en olvido.
Cantar de los Cantares interiores,
de ambos el alma se hizo una
en la callada eternidad del beso.
La calle fue otra vez otra calle
poblada de gorriones gualdos
que flamearon alitas a sus pasos
y un azul de violines melodiosos
aquietó la fusión en sus miradas
y el ardor en la piel
como una llama, una.
FRUTAL
Abril
¿Acaso está de vuelta el halo de lavandas
que desgranan mis manos
cada vez que respiro?
¿Es esta media tarde que recortan los vidrios
la que entibia mis ojos
al vaivén del aroma?
¿Tengo miedo a las sombras
que dibuja el momento
abismado en mis sueños?
No, porque el flujo del tiempo se apodera de mí;
y la sombra en un puño
se destroza en olvidos
e infinito en el otro
el momento que aqueja
desvanece en la luz.
Siento a poco un mareo de soles
sobre un rostro que acrece...
y es el mío, repartido en espejos,
son los míos que se avienen
desde el primer aliento.
Y a medida que pasa otoñal la belleza,
me distraigo pensando
en la acera del tiempo:
cuánto trecho vivido,
cuánto anhelo deshecho.
En las palmas me guían
acrecientes las líneas
sonrojadas y fuertes
como aquellas que cruzan del ocaso
los resplandores tardíos.
CENITAL
Agosto
Y palpar distantes cordilleras
con la mano en alto,
suspensa en los nimbos de hielo
que la piedra han de surcar
policromada y naciente.
Que harán retoño los lirios
aunque azote la ventisca;
que ha de volver al nido
el cóndor mineral
sobre la cumbre rumbosa.
Para que sea tu andanza
solo un andar florecido,
un llamado en la pausa
del aire
y a distancia un reconocimiento.
Verte como la peregrina
con la fe entera,
explorando el suelo
tapizado de albas,
salpicado en breñas.
Al filo aventurado cruzarás
con tus pies aéreos
cuestas y pendientes
de paseo sentidas
entre el terrón y el agua.
Después la paz nubosa
habría de aparecer
y serás como el aire...
seré un ínfimo latir
del vacío energizado.
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