"Estoy volviendo de una semana en Mendoza, donde me llegó la dolorosa noticia de la muerte de Lucila. Pese a que no nos veíamos muy seguido, tuvimos una linda amistad y respeto mutuo.
No puedo creer que alguien tan vital, creativo y fuerte como ella haya muerto.
He hallado en mis archivos unas paginitas que escribí sobre dos de sus libros, y que ella agradeció muy conmovida. Las envío como pequeño homenaje a una amiga muy querida y admirada. Cuenten conmigo para cuanto pueda hacerse por conservar su memoria. Con los saludos de Graciela."
La poesía de Lucila Févola, una poesía en estado de ignición. por Graciela Maturo
Una escritura sorprendente es la de Lucila Févola, poeta y
estudiosa de la poesía, además de narradora y dramaturga. Decir que tiene una
voz original será para algunos decir que no se parece a nadie, y es verdad,
pero la palabra original es más fuerte, significa que algo está próximo al
origen, a la raíz. Y esto también es cierto con relación a la obra poética de
Lucila.
Se trata de una poesía fuertemente intelectual, indagadora,
filosófica, no convencional, no
encasillable en modas y aún en
géneros; una tentativa de llegar a la raíz, al origen.
Me referiré a dos libros suyos de poesía que participan a su vez
de otros géneros: ¡Ah de la casa!, 2006, y Modus vivendi,
2009. No me cabe duda de que ellos pertenecen al modo poético, pero sus
lenguajes remiten a la escena, la narración y el ensayo, cuando no al apunte o
el resumen científico. Estas obras se hallan en la coronación de una larga
labor que se inició precisamente con el drama.
El ímpetu cognoscitivo y la lógica de opuestos parecen presidir
ambas obras, desafiantes en su construcción, hondamente revulsivas por sus
contenidos. En la primera conviven 3 libros o secciones: “Palabra de construcción,
de formación”, “Hueso labrado”, y “La trama”.
Siguiendo una vocación dialógica, Lucila Févola ha buscado el
apoyo de libros fundantes de
distintas tradiciones, como el
Popol Vuh - Libro del Consejo de los
mayas - o bien de autores reconocidos
como Homero, Dante, Eliot y otros, para respaldar las arreciantes intuiciones que se reiteran en todo el libro
confiriéndole unidad intencional. Tales intuiciones apuntan al No Tiempo, la
negación de la apariencia fugaz de la vida, la ausencia de una dirección
vectorial. No hay dirección, repite.
El texto de Lucila da cabida a fragmentos de la Odisea, Los
siete contra Tebas de Esquilo, la
Divina Comedia y los Cuatro
Cuartetos de T. S. Eliot, así como a líneas de Borges, Girri y otros
autores, en un audaz intertexto de
estructura dialógica y dramática. Ella se inició como autora de teatro y aquí
está la marca de esa formación y vocación.
El libro va adoptando modos más coloquiales, y por momentos la
estructura del ensayo, la escena teatral o el relato, en permanente desafío a
las convenciones formales.
La segunda parte del libro,
“Hueso Labrado”, tiene también
un tramado intertextual con fragmentos científicos y filosóficos, relatos místicos, ensayos y poemas
modernos. Lo caracteriza la diversidad de
esas fuentes que actúan como voces en diálogo con la voz de la autora, en la
permanente construcción de un poema unificador, taraceado, tenaz, que avanza
conectando las diversidades. Alcanza el sentido de una revelación poética cuyo
tema vuelve a ser el destino del hombre en el
cosmos.
“La trama” continúa el trabajo dialógico creando un texto
poético-dramático-narrativo de singulares matices, que enfoca a la sociedad
actual denunciando en forma indirecta sus aspectos de confusión, incoherencia,
simulacro y fragilidad. Percibimos, más que en los libros anteriores, la
presencia de un yo que se manifiesta en 1ª y en 3ª persona, un yo poético,
lúcido, crítico, en trato con su
propia escritura, que hace de la
palabra uno de sus temas predilectos.
En Modus Vivendi
, libro publicado en este año, la dialógica se hace interna. No dejan de
aparecer citaciones y textos de
referencia, pero la confrontación de las voces es ahora interior; el libro es más unitario, acaso más poético.
La conciencia escindida dicta un doble discurso, que tiene su parte de entrega
emocional y su contraparte crítica continua e
implacable.
El discurso se mueve de la 1ª persona a la 2ª y la 3ª y también varía los modos verbales,
los tonos: pasa de la enunciación a la pregunta, de lo imperativo a lo
potencial, etc.
Entra Lucila temerariamente en territorios vedados. Avanza hacia
la muerte, buscando la articulación
muerte-vida. Expone el desgarro
existencial, la conciencia de los límites, el Horror de no saber qué es estar vivo.
Su actitud frente al lenguaje también oscila de la entrega a la
desconfianza.
Sagrada la palabra en su silencio / puesta en nosotros como una renovada forma de fundar
Sagrada la palabra en su silencio / puesta en nosotros como una renovada forma de fundar
Innegablemente la poesía de Lucila Févola sobrepasa a la página
escrita, remite a “textos de agua viva”, léase experiencia, relámpago,
revelación.
La cita de Meister Eckhart no es gratuita. Hay una cierta
pérdida temprana del yo, cierta desencarnación en un proceso interior muy
intenso que desencadena rupturas, cortes con la racionalidad y desde luego con
el habla convencional. Su discurso, algunas veces reducido al estado del apunte
nervioso y rápido, renuncia a la
coherencia racional en nombre de una SuperRazón que se propone entender la
totalidad.
La intuición del No-Tiempo se impone definitivamente en este
libro que, pese a sus tonos y modalidades experimentales, se revela como una
obra de especulación metafísica. (Esto no debería asombrarnos, pues la
vanguardia , tomada a menudo como pura experimentación formal, es metafísica y plantea la simultaneidad)
Nacer-morir son actos
fundantes y revelatorios en la obra de Lucila Févola, que por momentos se
remonta a la doble memoria del no ser y
ser el Uno - glosando a Eckhart- Para ella Dios es una palabra inexpresada, una realidad en advenimiento.
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