UN SÁBADO CON NOGUERAS
El sábado 5 de abril de 2014 Luis Rogelio Nogueras (1945- 1985) volvió a Santiago de Cuba. La librería Aeneo Amado Ramón Sánchez, en la populosa calle Enramadas fue el escenario para la presentación de Entre el cuerpo y la luz. Poemas y canciones para wichy ( Ediciones La Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2013).
El encuentro se inició con la intervención de Reinaldo Cuesta que fuera Director de la Editorial Oriente y que atendiera a Nogueras en los años setenta cuando el poeta viajó a esta ciudad de Santiago de Cuba a instancias del Instituto Cubano del Libro.
Fue también la oprtunidad de escuchar La trovada inasible, de Silvio Rodríguez y el poema Poesía trunca, en la propia voz de Wichy.
Los compiladores de este libro , León Estrada y Reynaldo García Blanco agradecieron al poeta Victor Casaus y al Centro Pablo la aparición de este título , justamente en aniversario 70 del natalicio del autor de Cabeza de Zanahoria.
El narrador y periodista Eric Caraballoso hizo una presentación al más fino estilo nogueriano donde humor e ironía nos llevaron de la mano por la obra y vida de un hombre que vivió en estado de gracia y poesía.
Informe sobre el hallazgo de cierto libro de poemas y la posible existencia
de un escritor del siglo veinte, presumiblemente llamado Luis Rogelio Nogueras
Tras ser encontrado
cierto libro –con la caricatura de un hombre en la cubierta sobre un fondo azul
y nubes, evidentemente el cielo tal como se conocía en aquellos lejanos años–
en las exploraciones arqueológicas realizadas en un sitio que resultó ser una
antigua biblioteca o tal vez una librería de Santiago de Cuba de inicios del
tercer milenio de la anterior Era –a juzgar por la fecha de publicación del
libro: año 2013–, se procedió a investigar sobre dicho volumen y la figura en
torno a la cual gira su contenido. A continuación, relacionamos los resultados
de nuestra pesquisa:
1-
Un primer examen del libro en sí nos permitió
comprobar que este se titula Entre el
cuerpo y la luz, y fue publicado por Ediciones La Memoria, del Centro
Cultural Pablo de la Torriente Brau. Se pudo conocer, además, que dicho centro
se hallaba enclavado en La Habana, a más de 900 kilómetros de Santiago de Cuba,
por lo que el libro debió ser trasladado posteriormente a la urbe santiaguera,
donde, por demás, fechan su Introducción –en agosto de 2013, para ser más
exactos– los dos compiladores del volumen, llamados León Estrada y Reynaldo
García Blanco. Sobre este particular se sugiere una investigación
independiente.
2-
El libro en cuestión lleva por subtítulo Poemas y canciones para Wichy, lo que
nos lleva a suponer –teniendo además en cuenta la Introducción de los
susodichos Estrada y García Blanco, así como otras palabras previas suscritas
por alguien llamado Víctor Casaus y que al parecer era el director del ya
referido Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau– que se trata en efecto de
una compilación de poemas y canciones para alguien llamado Luis Rogelio
Nogueras, conocido también como Wichy –de ahí el subtítulo-, y como el Rojo,
sobrenombre que, de acuerdo a una indagación posterior, fue resultado del color
de su pelo.
3-
El libro incluye unos ochenta textos poéticos de
autores varios, divididos en dos secciones tituladas El convite de los amigos y
Amar al cisne salvaje, y sobre las cuales sugerimos consultar, previa
autorización de los especialistas competentes, la susodicha Introducción de los
susodichos Estrada y García Blanco. De igual forma, aparecen en el volumen
breves fichas de los autores compilados y un conjunto de instantáneas agrupadas
bajo el título de Homenaje fotográfico a Wichy, y donde al parecer se recogen
fotos del mismo desde su infancia en las que se le puede ver, por ejemplo, en
compañía de sus padres, vestido de militar, con gafas, con y sin sombrero,
junto a otros poetas como Fayad Jamis, o a un muy delgado trovador nombrado
Silvio Rodríguez, o junto al ya mencionado Víctor Casaus.
4-
De la revisión de la contracubierta, parte azul y
parte blanca con letras en negro encima, y milagrosamente bien conservada a
pesar del abrumador paso del tiempo, pudimos conocer que el susodicho Luis
Rogelio Nogueras, a quien se dedica el libro, fue un poeta, narrador y
guionista de cine, nacido en 1944 –la nota en realidad dice 1945, aunque al
parecer se trata de una errata o tal vez de una premeditada y, por ende,
sospechosa confusión– y fallecido en 1985, y autor de obras como Cabeza de zanahoria (Premio David de
Poesía, 1967), Y si muero mañana
(Premio de novela, Concurso UNEAC, 1977), Imitación
de la vida (Premio de Poesía de Casa de las Américas, 1981) y La forma de las cosas que vendrán,
publicado al parecer póstumamente en 1987. En la pequeña nota se afirma, como
también se sugiere en la susodicha Introducción de los susodichos Estrada y
García Blanco y como parecen confirmarlo los premios antes citados –y sobre los
que también recomendamos una indagación independiente–, que Nogueras fue uno de
los escritores más destacados de su generación. Por esta razón, y teniendo en
cuenta la naturaleza literaria del hallazgo en cuestión, consideramos
pertinente realizar una investigación más exhaustiva sobre el susodicho
Nogueras, Wichy o El Rojo.
5-
Tras consultar, previa autorización de los
especialistas competentes, las escasas fuentes de información existentes al
respecto, entre ellas un antiguo diccionario literario en antiguo formato
digital, almacenado en un obsoleto servidor del siglo veintiuno, y una carpeta
de reseñas biográficas existente en los fondos del Ministerio de Cultura, departamento
de Historia y Tradiciones, se pudieron reunir algunos nuevos datos sobre el
susodicho Luis Rogelio Nogueras. De acuerdo a lo allí expresado, se trató de un
escritor versátil, cuya obra alcanzó especial relevancia dentro de la llamada
poesía conversacional de la segunda mitad del siglo veinte cubano. No obstante
a ello, algunos autores, en especial Guillermo Rodríguez Rivera –poeta también
compilado en Entre el cuerpo y la luz
por los susodichos Estrada y García Blanco– apuntan que la lírica de Wichy
superó los presupuestos de esta vertiente poética para incorporar algunos
signos del posmodernismo literario, y experimentar con el lenguaje, la
metaliteratura, los géneros y la ironía.
6-
Siguiendo sus apuntes biográficos, se pudo
conocer que el susodicho Nogueras era sobrino nieto del reconocido escritor hispano-cubano
Alfonso Hernández Catá, fallecido en un accidente aéreo cuatro años antes del
nacimiento de Wichy y en cuyo honor se instituyó un prestigioso premio nacional
de cuentos, ganado en una ocasión por la madre del propio Wichy, llamada Gloria
Nogueras Hernández Catá. Por esta razón, algunos biógrafos y periodistas –a los
que nuestra especialista en literatura
antigua califica de cursis y nuestro biólogo de ingenuamente errados–,
han referido que el susodicho Nogueras llevaba la literatura en la sangre.
7- Los datos obtenidos también develaron que en los años sesenta del
siglo veinte, época en la que comenzó a escribir literatura, Wichy estudió en
la Escuela de Letras de la Universidad de la Habana, y se vinculó a la
promoción de jóvenes escritores de la revista El Caimán Barbudo, publicación de nombre incomprensible a la luz de
la ciencia actual –se recomienda una concienzuda investigación independiente al
respecto. Además, se pudo conocer que en 1971, justo en el año del nacimiento
de su única hija, llamada Ámbar, el susodicho Nogueras pasó a trabajar al
Taller 04 Urselia Díaz Baez, de la Imprenta Nacional de Cuba, sito en Zulueta y
Corrales, en La Habana, donde se desempeñó un tiempo como auxiliar de
linotipista. Se sospecha que ello se debió a alguna medida punitiva en su
contra, o al menos en contra de su concepción de la literatura.
8- Otros datos de Wichy, seleccionados aleatoriamente de su reseña
biográfica encontrada en los fondos del Ministerio de Cultura, departamento de
Historia y Tradiciones, señalan que escribió un estudio, lamentablemente
desaparecido, sobre la obra del gran poeta cubano Eliseo Diego; que colaboró
con el cineasta Octavio Cortázar en los guiones de los en su momento exitosos
filmes El brigadista y Guardafronteras; que visitó países como
la Unión Soviética, Hungría, Finlandia, España, Polonia, Viet Nam, Dinamarca, y
los Estados Unidos; que en Suecia impartió una conferencia sobre la novela
policial en Cuba, y fue entrevistado para el programa literario La ventana del libro, de la emisora
Sveriges Radio, mientras en Nicaragua recorrió junto al ya referido Víctor
Casaus más de mil quinientos kilómetros por unidades militares y puestos
fronterizos del Departamento de Zelaya Norte, en los que realizó lecturas de
poesía; que con el propio Casaus escribió el libro Silvio: que levante la mano la guitarra, sobre el ya mencionado trovador
Silvio Rodríguez y cuyos derechos de autor donaron al salvadoreño Frente
Farabundo Martí; que recibió el Premio Girasol que otorgaba la revista Opina –se desconoce la naturaleza del
premio, aunque se presume que no era de poesía–, y que cinco años después de su
temprana muerte, fue inaugurada una librería con su nombre en las calles
habaneras Galiano y San José.
9- A pesar de todo lo anterior, que parece confirmar la existencia del
susodicho Luis Rogelio Nogueras en el ya lejano siglo veinte, algunos datos
descubiertos casi al azar establecen un ruido, una entropía. Uno muy particular
se refiere a su relación con el doctor W.S.T. Hillip Zen Eugen Jahra, escritor,
médico, etnólogo y estadista por muchos años de un remoto y pequeño país –el
más pequeño del mundo por aquel entonces, según se afirma en las referencias
halladas– nombrado República Independiente de Simbeck. Al parecer, el doctor
Zen, como es llamado el personaje, conoció a Nogueras en la mesa de un café
durante una visita a Cuba a mediados de los años sesenta y ambos sostuvieron
una empatía poética. Así lo refiere en 1987 Guillaume de la Rivière en unas
palabras incluidas en un libro del propio doctor Zen. Estudios posteriores sugieren,
sin embargo, el carácter apócrifo de ambos personajes: Zen y de la Rivière, lo
que hace sospechar a su vez el carácter apócrifo del susodicho Nogueras.
10- Un dato más alarmante aún lo ofrece el propio Wichy, o el –ya a estas
alturas– supuesto Wichy, al afirmar en uno de sus libros, compilación de poemas
de otros escritores descubiertos por él y titulada El último caso del inspector, que “ya nadie pone en duda hoy que
Luis Rogelio Nogueras, el ‘autor’ del célebre poema Eternoretornógrafo, no existe. Ambos (el poeta y el poema) se
deben, según parece, a la imaginación y al sentido del humor del escritor
cubano Wilfredo Catá.” Sin embargo, existen evidencias de una entrevista
concedida a Catá por el –entonces no apócrifo– doctor Zen, lo que, si damos
entonces por cierto lo sostenido por de la Rivière sobre el encuentro habanero
de Zen y Nogueras, volvería a otorgar a este último su posible estatus de persona
real. Esta evidente contradicción no ha podido ser respondida en nuestra
pesquisa. Se sospecha, no obstante, que Wichy pudo ser quizás una creación no
ya de Catá sino del propio doctor Zen, o de este en contubernio con Guillaume
de la Rivière, o en realidad una construcción colectiva de todos los poetas
incluidos en la compilación Entre el
cuerpo y la luz –entre los que aparecen Miguel Barnet, Waldo Leyva, Lina de
Feria, Jesús Cos Causse, Raúl Hernández Novas o el ya mencionado Víctor
Casaus–, o tal vez solo de los susodichos León Estrada y Reynaldo García
Blanco, inventores a su vez de todos los demás y falsificadores, por ende, de
fotos y documentos.
11- Tras el análisis de lo anterior concluimos entonces que el susodicho
Nogueras, real o apócrifo, parece haber dejado una huella lo suficientemente
duradera como para merecer un tributo literario como el que se le rinde en este
libro, encontrado en una antigua biblioteca o librería de Santiago de Cuba de
inicios del tercer milenio de la anterior Era; y aún más, para despertar siempre
nuevos debates sobre su obra y su existencia, como un Homero o un Shakespeare
tropical, gracias a un ya no sabemos si fortuito o provocado hallazgo
arqueológico siglos después de la escritura, real o apócrifa, de sus al parecer
muy citados y leídos poemas.
12- Casi al final de nuestra pesquisa, un nuevo hallazgo parece confirmar
esta impronta. Se trata de unos versos sueltos, que al parecer formaron parte
de la presentación inicial de Entre el
cuerpo y la luz, en aquella antigua librería o biblioteca de Santiago de
Cuba, y están firmados por el –no
sabemos si real o apócrifo– periodista Eric Caraballoso Díaz. En ellos se lee,
casi a manera de epitafio: “Rojo: Alguien que merece tantos poemas –estos
poemas, en muchos de los cuales florece como en los tuyos la flor de la poesía–,
repito, ese alguien, o sea tú, está salvado definitivamente del olvido, es
decir, de la muerte.”
Inspector Walter Sabazius Bell Catá
Santiago de Cuba, año 214 de la Nueva Era
Notas enviadas desde Santiago de Cuba, Cuba, por el prestigioso poeta Reynaldo García Blanco
1 comentario:
Como me gusta mucho el tema de la escritura y los poemas trato de buscar en internet acerca de cuestiones vinculadas con ello. Cuando viajo disfruto de conocer sobre los poetas del lugar y como ya tengo vuelos a santiago espero conocer todo sobre Neruda
Publicar un comentario