VISIÓN
¿Acaso fue en un marco de ilusión,
en el profundo espejo del deseo,
o fue divina y simplemente en vida
que yo te vi velar mi sueño la otra noche?
En mi alcoba agrandada de soledad y miedo,
taciturno a mi lado apareciste
como un hongo gigante, muerto y vivo,
brotado en los rincones de la noche,
húmedos de silencio,
y engrasados de sombra y soledad.
Te inclinabas a mí, supremamente,
como a la copa de cristal de un lago
sobre el mantel de fuego del desierto;
te inclinabas a mí, como un enfermo
de la vida a los opios infalibles
y a las vendas de piedra de la Muerte.
Te inclinabas a mí como el creyente
a la oblea de cielo de la hostia...
-Gota de nieve con sabor de estrellas
que alimenta los lirios de la Carne,
chispa de Dios que estrella los espíritus-.
Te inclinabas a mí como el gran sauce
de la Melancolía.
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Yo esperaba suspensa el aletazo
del abrazo magnífico...
y cuando
te abrí los ojos como un alma, vi
¡que te hacías atrás y te envolvías
en yo no sé qué pliegue inmenso de la sombra!
DELMIRA AGUSTINI
(de Los cálices vacíos,
1913)
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