Cuatro poemas de Carlos A. Flood de su libro “Como sombra encendida”
(Córdoba, Argentina, Alción Editora, 2016)
ALGUIEN SABRÁ
¿Alguien sabrá decirme
si al apagar su latido,
al fulgor violeta de las anémonas
lo cubrirá, definitivo
-rastro, memoria, trino-
un horizonte de sal?
¿Alguien sabrá decirme
su al abandonarse entre canciones amigas
y la furia del viento,
despertarán invisibles caminos
en ese querido –tal vez amenazante–
e incandescente mar?
¿Descansará luego el alma inclinada
sobre el lento cabeceo de las aguas,
cubriéndose por fin de silenciosa niebla
-repentina presencia-
en esas raras dulces horas
de bienvenida calma?
¿Irrumpirá de nuevo,
soberana marea
-inquieto sol de promesas-
un vaivén de rostros queridos,
nunca olvidados,
“celeste jardín de ceniza y luz”?
¿Alguien sabrá decirme
si bajo un tibio sol de invierno
regresarán gestos,
fatigas y destellos,
impensados refugios
de vivir para siempre?
CAZADOR FURTIVO
Nuestros corazones palpitan, recordándote sin comprender.
Te hiciste invisible entre nubes y aparejos, en un mar atardecido
que aún desconocemos?
¿O desde el jardín de nuestra memoria te robó un viento, color
del amaranto, para llevarte a otros cielos, donde cantan las almas
de otros naufragios semejantes al tuyo?
¿Nos miraremos otra vez en tus ojos, en otra orilla, al borde de
la Luz? ¿Nos diremos palabras nunca pronunciadas, puestos a
volar en la brisa de otras alas, hacia el horizonte de todos los
finales?
TAL VEZ SEA UNA TIBIA TARDE
No digo que no sea,
una vez más,
ese mismo frágil, opaco,
instante de rocío.
Tampoco digo que sea
un temblor renacido de la espera
en esas tardes de siempre,
de luz y flor resucitadas.
Y no digo: “es la felicidad que aguarda,
a la vuelta de una esquina”. No.
Tampoco es la espera que trasciende
la caída de los cuerpos.
Quizá sea un rosario de finuras,
una madeleine en el umbral de algún recuerdo:
ese columpio inevitable de guirnaldas azules,
y espejismos
y metales.
Tal vez una áspera espera
y un muy lento atardecer.
COMO LA LUZ
“... aux rayons des étoiles
tu viens chercher...”
Arthur Rimbaud
Alma sin peso
la tarde demorada
suspiro al fin
una mirada.
Como brisa suave
como danza leve
que tiembla revive
florece tenue.
Como un alma llena
de pájaros azules
Dios que sonríe
la flor juzgada.
Como una tarde en llamas
allá el infinito.
Como la luz.
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Agradecemos al poeta el envío de su libro.
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