"Visión de la meretriz
en las ficciones de García Márquez" es un
concienzudo estudio encarado por Norma Mazzei desde la Filología, la
Filosofía de la Cultura. la Psicología Social, la Historia de la
Cultura y la Sociología, que implica además. un profundo conocimiento
de la obra del citado autor. Interpretamos en síntesis que sus
meretrices han devenido símbolo de la decadencia o de progreso de los
pueblos, en vergüenza de una sociedad o cuidadora de su equilibrio.
Este ensayo, junto a los otros que integran el volumen acreditan la
calidad de la autora en su condición de investigadora y de admiradora
de la literatura latinoamericana.
concienzudo estudio encarado por Norma Mazzei desde la Filología, la
Filosofía de la Cultura. la Psicología Social, la Historia de la
Cultura y la Sociología, que implica además. un profundo conocimiento
de la obra del citado autor. Interpretamos en síntesis que sus
meretrices han devenido símbolo de la decadencia o de progreso de los
pueblos, en vergüenza de una sociedad o cuidadora de su equilibrio.
Este ensayo, junto a los otros que integran el volumen acreditan la
calidad de la autora en su condición de investigadora y de admiradora
de la literatura latinoamericana.
Prof. Marta Rotonda
Fragmento de la 1ª parte. I de “Visión de la meretriz en las ficciones
de García Márquez” pp. 24 a 27.
El patriarca de la estirpe fundadora de Macondo, José
Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, la mujer fuerte de la saga familiar, tienen
como primogénito al “descomunal” José Arcadio; (Cien años de soledad, 1967).
Este personaje destaca por sus atributos físicos de bien dotado y se cuenta que
entre sus hazañas, después de huir tras los gitanos y recorrer mares infinitos,
completamente tatuado regresa al terruño y se vuelve habitual frecuentador del
“barrio de la tolerancia”. Según Úrsula –reflexión que hace, al deber
encargarse de su tataranieta- las cuatro fatalidades que diezmaron a su familia
fueron la guerra, los gallos de riña, las “empresas delirantes” y “las mujeres
de mala vida”. Es decir, el tema se actualiza en diferentes episodios narrados.
Sucede, por ejemplo, con la peregrina idea de José Arcadio Segundo –creativo
como su bisabuelo- de encauzarle un rumbo nuevo al río, y para tal fin
construye una curiosa balsa de troncos e inicia su aventura náutica, de la cual
retorna gratamente acompañado. Fijémonos en la figuración de hipérbole que
presenta el texto:
“Junto con él llegaba un grupo de matronas espléndidas que
se protegían del sol
abrasante con vistosas sombrillas, y tenían en los hombros
preciosos pañolones de seda, y ungüentos de colores en el rostro, y flores
naturales en el cabello, y serpientes de oro en los brazos y diamantes en los
dientes”.
Más adelante el narrador agrega: “lo único que quedó de
aquella desventurada iniciativa fue el soplo de renovación que llevaron las
matronas de Francia, cuyas artes magníficas cambiaron los métodos tradicionales
del amor, y cuyo sentido del bienestar social arrasó con la anticuada tienda de
Catarino (...) fueron ellas las promotoras de carnaval sangriento que durante
tres días hundió a Macondo en el delirio”, (...).
En otras palabras, aquí son las mujeres del meretricio
quienes propician mudanzas de las costumbres e incluso el progreso, ya que
ellas dan a conocer el “gramófono de cilindros” que utilizaran para entretener
a la clientela y acompasar los bailes, ...
...
Hacia el final de esta completísima historia, pasadas las
lluvias interminables, los sucesivos decesos de los personajes, cuando Macondo
empieza a desintegrarse porque la babélica torre del progreso se ha
desmoronado, Aureliano Babilonia – el último de los Buendía – se pierde con
Nigromante por las callejuelas del puerto, la descripción irrumpe en la
narración con estos significativos toques: “yermos salones de baile adornados
con piltrafas de guirnaldas, donde las macilentas y gordas viudas de nadie, las
bisabuelas francesas y las matriarcas babilónicas continuaban esperando junto a
las victrolas”.
Al ingresar a la ficción el autor como personaje ésta se
pliega sobre la realidad; porque Gabriel con un puñados de amigos entre ello
Aureliano, visita el infamado “burdel de las mentiras” que- por sentido
metonímico, tras la tísico, se está refiriendo a la misma invención de Cien
años de soledad novelizados, metáfora de la bárbara sociedad de Latinoamérica-.
Análogamente, el burdel de animales o zoológico que va llevando la centenaria
adivina Pilar Ternera, representa el caos de los reinos de la naturaleza y la
vuelta al origen indiviso. Acabado el mundo de Macondo (la novela),
desaparecida la estirpe primordial (los Buendía), se espera otro nuevo paraíso.
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