sábado, 30 de octubre de 2010

Revista Tamaño Oficio

Surgida hace veinticinco años de los talleres literarios coordinados por Lucila Févola, la Revista de Literatura “TAMAÑO OFICIO”, número 34, octubre de 2010, págs. 32 y 33, incluye el siguiente comentario:


CHARLES BAUDELAIRE. Antología Esencial
Selección, Traducción y Notas de Rodolfo Alonso, Fijando vértigos-poesía 18, Buenos Aires, 2008.

Desde el año 2000, “Fijando Vértigos”, continúa editando especialmente poesía y narrativa en forma gráfica y virtual. De esta tarea surge una Antología “esencial” de la obra de Charles Baudelaire, desafío que supone seleccionar y compaginar varios textos de quien fue uno de los precursores de la poesía contemporánea.
Agrada hallar en esta selección cuidada, que aparezca la palabra nítida para abismar a quien se sumerge en ella.
Así, el lector atento gustará entrelazarse en la red que la antología logra tejer con: poemas de Baudelaire (un total de veinticinco con edición bilingüe), un poema de Mallarmé sobre Baudelaire, un ensayo de Baudelaire sobre Edgar Alan Poe, un poema de Rodolfo Alonso, una carta de Baudelaire, un texto sobre Baudelaire de Catulle Mendés.
“Fijando Vértigos” propone, a mi entender, un diálogo entre admiradores y admirados de la creación artística. De lo contrario, ¿qué sentido tendría leer con visión fragmentaria algo tan apetecible a una mirada que sepa reunir lo que ha nacido para vivir en lo múltiple?
Pero indaguemos en la esencia –Baudelaire, en aquello que constituye su particular forma de hacer poesía, según se propone en el título.
De Baudelaire, indica Rodolfo Alonso que: “...quien ya había inaugurado una nueva sensibilidad poética con Les fleurs du mal, abre también con sus Petits poémes en prose una de las rutas más fecundas que había de transitar en el siglo veinte la poesía moderna.” Y cita de la introducción a “Pequeños poemas en prosa”: “¿Quién es aquel de nosotros que, en sus días de ambición, no ha soñado con el milagro de una prosa poética, musical, sin ritmo y sin rima, lo suficientemente flexible y lo suficientemente contrastada como para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia? Es sobre todo de la frecuentación de las ciudades enormes, es del crecimiento de sus innumerables relaciones que nace ese ideal obsesivo.”
Proyecto poético en esencia, del contenido y de las formas, que así se preanuncia en su conocido poema “Correspondencias”: Naturaleza es templo donde vivos pilares / Dejan salir a veces palabras confundidas: / El hombre allí atraviesa entre selva de símbolos / Que lo observan con sus miradas familiares. Y el soneto concluye: Teniendo la expansión de cosas infinitas, / Como el almizcla, el ámbar, el benjuí y el incienso, / que cantan los transportes de espíritu y sentidos.
Todo un poema desafiando el racionalismo imperante y al rescate de una vivencia antigua: los objetos de toda clase se coaligan. Y en esa confusión de una ciudad del siglo XIX aún había símbolos que cantaban elevando los espíritus a la unión de lo disímil, diálogo posible entre todo y todos.
Esencia en Baudelaire que es también el sentido crítico riguroso sin exclusiones, sin excluirse: “- Mi lindo perro, mi buen perro, mi querido perrito, acércate y ven a respirar un excelente perfume comprado en la mejor perfumería de la ciudad.” Pero como el perro ante ello responde reculando con pavor, el poeta dice: “- ¡Ah! Miserable perro, si tu hubiera ofrecido un paquete de excrementos, lo hubieras olfateado con delicia y quizás devorado. Así, tú mismo, compañero de mi triste vida, te pareces al público, a quien nunca hay que ofrecer delicados perfumes que lo exasperen, sino inmundicias cuidadosamente elegidas.”
No es de extrañar, entonces, que Baudelaire haya recibido tantos insultos, pues ayer y hoy el público pide y el mercader ofrece: basura, y pocos asumen esta denuncia. Lúcidamente, la antología incluye en la contratapa, el poema: “Críticos de Baudelaire”, de Rodolfo Alonso. Sus versos finales, con reminiscencias kafkianas, nos alientan: Un artista del hambre / sabrá resplandecer.

Osvaldo Spoltore