lunes, 26 de septiembre de 2011

Ana Muela Sopeña






EL VERBO SIEMPRE ASOMA EN SU SILENCIO







*
A Rainer María Rilke, a propósito de su Octava Elegía de Duino

Tú miraste el misterio de este mundo
con los ojos del alma y del espíritu.

Entrenamos al niño
para que observe pronto
la realidad sin gusto ni placer.
Para que se cuestione cada acto.
Cada instante lo siente como una muerte lenta,
le quitamos el éxtasis
de simplemente ser uno con todo.
Y luego lamentamos
que vaguen extraviados por la vida,
como si nada fuera suficiente.

Los amantes no pueden concederse
la dicha del instante.
Han olvidado el arte de lo etéreo.
Ellos piensan que sólo
a través de su entrega podrán ser propietarios
del otro como un reo entre sus brazos.

Mas los amantes son sólo la puerta
de una percepción más elevada,
para sentir el cáliz de la mística
conectado a los cuerpos y sentidos.
La desnudez de un cuerpo es muy intensa
porque es una metáfora más grande
de otra desnudez mucho más honda.

Con el paso del tiempo
la influencia social es tan potente
que hemos despojado a la niñez
de su tiempo sin tiempo.

Y hemos despojado a los amantes
de ese paraíso de belleza
inmerso en horas lentas, sin relojes,
la espera de las cartas y los gestos.

Ahora casi todo es inmediato
y se mide en segundos o en minutos.

Pero el enigma habita en otra parte.
No habita entre los códigos binarios.
Habita entre la piel y las gaviotas.

Entre búhos y árboles,
entre los arrecifes de coral,
en murciélagos blancos y dispersos.

Una palabra siempre puede ser
el comienzo de algo
que nos lleve hacia estancias
por las revelaciones del espíritu,
el placer o el secreto.

A través de la puerta
el verbo siempre asoma en su silencio.

No podemos matar la infancia pura,
ni los códigos íntegros de amantes
con sus misivas libres
de manipulación o de sobornos.

Siempre que he recorrido cada verso
de la octava elegía de Duino
he sentido esa grata sensación
de que aún es posible
entrar en la emoción de la existencia
a través de los cuerpos desnudos del poema.









* * *
La expresión:

"cuerpos desnudos del poema"
pertenece al poeta Pere Bessó.
Aparece en este poema de su autoría:
http://perebesso.blogspot.com/2011/09/les-fosques.html


Eduardo Apodaca
me enseñó a amar La Octava Elegía de Rilke.
La leíamos una y otra vez
y nos tenía fascinados.
La primera vez que leí esta Elegía fue en 1981.
Desde entonces nunca me he cansado de esta Elegía de Duino.





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Ana Muela Sopeña, nace en Bilbao (España), en 1961. Comienza a escribir poesía a los 18 años. Estudia las carreras de piano y psicología. Ha sido administradora de empresa. Actualmente se dedica íntegramente a la creación poética y a la edición de otros autores de poesía. Fue, durante 25 años, compañera del poeta vasco Eduardo Apodaca que lamentablemente falleció en noviembre de 2006. Gracias a la relación con él aprendió métrica española y técnica. Tras la muerte de Eduardo abraza la poesía como algo necesario.










Administra doce blogs en Internet. El blog principal, donde publica su poesía: Laberinto de lluvia. Publica el blog Poesía de mujeres junto a la poeta chilena Rossana Arellano. Publica el blog Oasi de paraules de poesía en lengua española traducida al catalán por Pere Bessó. Es editora de Arbre del temps, un blog creado para Pere Bessó de poesía rumana traducida al catalán. Es editora de Oaza de cuvinte, blog rumano español, junto al traductor, periodista, filólogo y poeta Andrei Langa de Moldavia. Es editora de Poesía solidaria del mundo, junto a Fernando Sabido y de Estación de acacias junto al poeta Víktor Gómez. Publica el blog Oasis de palabras dedicado a dar a conocer poesía de varios autores y el blog Espiral del verbo donde comenta poemas de Pere Bessó. Publica su poesía traducida al catalán por Pere Bessó en Laberint de pluja. Publica su poesía traducida el rumano por Andrei Langa y Elena Liliana Popescu en el blog Labirintul de ploaie.


Ha sido traducida al catalán por Pere Bessó, al rumano por Andrei Langa y Elena Liliana Popescu, al portugués por Damio Cavalcanti y al euskera por Joanes Urkixo.


Ha sido antologada por André Cruchaga (El Salvador )en su espacio web Arte poética, por Fernando Sabido (España) en sus dos antologías, por Raúl Ferreiro (España), por Betty Badaui (Argentina), por Pedro Péglez (Cuba) en su blog Cuba Ala Décima. Ha participado en una antología (libro) realizada por Javier Pérez de Ayala (Madrid), ha participado en las antologías Mil poemas a Neruda 2011, y Mil poemas a César Vallejo 2011, compiladas ambas por Alfred Asís.


Ha publicado en la revista La trastienda (Argentina), editada por la poeta uruguaya Patricia Ortíz. Ha publicado en la revista Destellos nº 142, suplemento de lengua y literatura de la Universidad de Colima. México.



El presente poema ha sido transcripto del blog de la poeta: Laberinto de lluvia.






jueves, 22 de septiembre de 2011

Carlos Perazzi

Consumación del instante, Carlos Perazzi,

Buenos Aires, Ediciones Vigilias, 2011, 80 pags.

Se dice
-------Que el sol desciende
en mariposas de primera mirada
después de haber sobrevivido
----------------a tantas ilusiones muertas.

*

Acaso lo descubra al alba
libre de pensamiento hasta su límite de luz
hasta sus ojos vacíos de morir en las ruedas del viento
bajo la sombra de adioses y vigilias
Acaso él no exista pero está
su voz es mi voz aún sin decir
perdido en ningún lugar

*

Ser
siempre ahí
sustancia lenta del morir
Deseo de desear
----------------y no poder
algún trazo ilegible
de mi mismo.

*

Ando a deshoras
solo y sin paisaje
hasta que todo se detiene
en un instante desmesurado
de la ausencia.
Escultura del tiempo,
ocasos que vendrán.
Soy el que no es,
sospecho que habré de repetirme
ante los dioses;
basta un reflejo que me contenga.
Nada será cierto;
ni los crujidos del sol
en mi ventana,
ni este decir de mi cuerpo
entre las cosas.

*

Hacia abajo como si ascendiera en la punta de las palabras
voy sin nombre con todos los nombres entre dos latidos de
un instante incompleto Principio y final brizna del ser des-
vanecida sobre una hoja casi blanca donde esperan desde
-----------------siempre todos los que soy.

*

De lo que callo
son las paredes visibles
de mi pensamiento.

*

En la senda de las horas vencidas
la mirada arrastra
los colores del espanto
Nadie viene a rescatarme
de la pausa improvisada
en las paredes de mi cuarto
Por las rendijas
de todas las ventanas
echan a volar aves inútiles
que hilan en sus picos
deseos de polen contra el vidrio
En el aire inmóvil
se escucha la infinitud
y yo
desterrado de mí en mi
voy a estallar de mi sino.

*

Mientras el aire desordena los hilos
de la realidad
me demoro en la reseca garganta
de mis días
como un león que aturdido
por la presa
se hunde en lo profundo
de su salto.

Carlos Perazzi —Buenos Aires, 1943— ha publicado: Barrio y Palabras, Cuadernos Literarios 1991 de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires; y los poemarios: Itinerario de mareas, 2000, El silencio anterior, 2003, Escenas en fuga, 2007 y Consumación del instante, 2011, todos en Ediciones Vigilias, dirigida por Pablo Montanaro.


sábado, 10 de septiembre de 2011

Osmar Luis Bondoni


Jueves, 8 de septiembre de 2011




La poesía le abrió las puertas a la primavera (las flores, los brotes, las ganas de vivir) y por allí se colaron las golondrinas, que llegaron anoche trayendo su alegría y su belleza, y para recordarme que, como todos los años, ha llegado el momento de saludar a mis amigos para invitarlos una vez más a la resistencia y a seguir trabajando por las sagradas utopías.
Osmar


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---Al vuelo de la golondrina no se le puede quitar, ni cambiar, ni agregar nada. Como debe ser el poema.




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---El vuelo de la golondrina es vacilante, signado por marchas y contramarchas. Cuando creemos que ha alcanzado la altura celeste sobreviene una caída que la lleva casi a rozar la sucidad de los techos. De pronto inmóvil, sigue una incontenible aceleración, para subir y bajar nuevamente.


---Así de sinuoso es el vuelo de la golondrina. Como el rumbo de quien busca la verdad.




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---Todos los años lo mismo. Primero las fresias, después las golondrinas, las nupcias del ciruelo... ¿Monotonía? No: eternidad.




Osmar Luis Bondoni


de "Papeles del hombre viejo", Buenos Aires, Ediciones Cinco, 2005.




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