miércoles, 25 de julio de 2012

Hacer cábalas



                                                     
Para nosotros, los argentinos, "hacer cábalas" significa "hacer algo que dé buena suerte para un futuro inmediato".
El escritor argentino Abelardo Arias ¿hacía cábalas cuando, invariablemente, sumaba trece letras en el título de cada una de sus novelas? ¿O quizás iba más allá sumando el valor numérico de las letras como se hace en la “cábala”?
Para comprobar esto último tendríamos que consultar a un experto. Atengámonos sólo a la suma de las letras de cada título.

Álamos talados   (1942)
La vara de fuego (1947)
El gran cobarde   (1956)
Límite de clase    (1964)
Minotauroamor   (1966)
La viña estéril      (1968)
Polvo y espanto   (1971)
De tales cuales     (1973)
Talón de perro     (1974)
Aquí, fronteras     (1976)
Inconfidencia
(El Aleijandinho)   (1979)
Él, Juan Facundo   (1995)

Nacido en la ciudad de Córdoba en 1908, pertenecía a una tradicional familia mendocina. Murió en Buenos Aires en 1991, donde se había radicado.
Era conocida su descontrolada pasión por el juego; lo que explica, en cierta forma,este juego de “hacer cábalas”.
Indudablemente, el número trece le dio buena suerte. Su primera novela “Álamos talados” fue distinguida en el año de su publicación  con el Primer Premio de Literatura de Mendoza, el Primer Premio Municipal de Buenos Aires y el Primer Premio de la Comisión Nacional de Cultura, y en 1960 fue llevada al cine por el director Catrano Catrani, con guión del propio autor. Por “Polvo y espanto” obtuvo el Primer Premio Nacional en Novela.
Aunque sin duda, no sólo fue por suerte que se le concedieron tantos premios. De su primera novela se ha dicho: “Hay en ella una intensa poesía que es a la vez la de la juventud y la de la América Colonial del fondo de las provincias, un mundo perdido para siempre y otro que espero conocer un día. Hay también un tono de relato, una mezcla de arte y naturalidad, un gusto, que no son moneda corriente en la literatura hispanoamericana” (Marcel Bataillon).
Y para Antonio Requeni: “por los diversos temas abordados en su obra y sobre todo por su alta calidad literaria, el autor de   “Polvo y espanto”  es uno de los grandes narradores argentinos” (Los Andes, 1983) . 

martes, 24 de julio de 2012

Homenaje a Ernesto Goldar en Espacio Norma Padra

ERNESTO GOLDAR

Berta Bovary

La otra noche, en una clase de literatura,
hablé sobre el destino de los personajes.

La clase es de dos horas, pero vinieron bien
la ocasión y las presencias para comentar  
el caso de Emma Bovary, una mujer muy poco
afortunada, es cierto, aunque se sabe
que tuvo marido y dos amantes de nombre
Homais y Rodolfo, al cual más crápula.

La heroína pasó las de Caín, y remitimos 
al lector a las alternativas de su muerte.

Aunque peor nos parece el desenlace de Berta,
la hija del matrimonio desdichado, abandonada
al morir los padres a la caridad pública,
que es como decir abandonada.

Emma sufrió. Fue feliz y eternamente 
insatisfecha.

Pero, ¿cuál fue el destino de la niña Berta?

¿Habrá el autor pensado en resarcirle
 con un capítulo, o más no sea un episodio,
pero que alguna vez la chica sepa qué es
un teatro de provincia, la música,
una fiesta campestre en el siglo diecinueve?

De no ser así,
Flaubert tiene una deuda.

(Seleccionado y leído por Elena Eyheremendi)

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NORMA PADRA
Flor

Nunca besé un poema,
--aunque él esté aquí
tocando suavemente
---------mis labios.
----en las horas
--------de los
-----------más
------dolorosos
-----------silencios.
-------Y dejo
-----una flor en él,
para compartirla contigo.

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MABEL FONTAU

 Orfandad

Hay un grito de amor candente en el exilio,
-una extraña humana sangrante entre la tierra.

Y nueve lunas que han vencido a la muerte.

-El tiempo acuna a la estrella nacida
bajo el rigor de los vientos.
-La luz trascendida de historias y siglos
retiene su silencio en la frente.
-Crece en la piel desértica de soles
la caricia del nido.
-Brota en los ojos la mirada del ángel.

La envoltura del alma se abre al milagro.

-Y el latido de la vida que se inicia
presiente el desamparo.

-Y la ternura.

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IRENE MARKS

El ciruelo

Tocó las ramas más altas del ciruelo...

“Señoras y señores
les vengo a pedir por favor”

Tocó el brillo de las hojas.

“No hago nada malo, señoras y señores,
les pido una moneda para mi hermanita
internada en el hospital Francisco Muñiz”

Sintió el viento en las hojas
Siempre es otoño, dijo,
En un árbol que enrojece al atardecer

“Les deseo señoras y señores
que  no les falte nada en sus hogares
No hago nada malo,
les pido una monedita”.

Y el tiempo cayó sobre la infancia
El tren en  marcha
sobre los ojos de los niños mendigos

¿Alguna vez florecerá el ciruelo?

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DAVID ANTONIO SORBILLE

El tiempo inmóvil


El tiempo inmóvil

en la noche furtiva

la abstracción  posible

el presente y el futuro

la belleza instantánea

la fragilidad de los silencios

en un mundo que se quiebra

y se rehace incesantemente

en un éxtasis tempestuoso y febril.

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JORGE LUIS ESTRELLA

La fuente y el alba

¿En dónde estoy?
Alba de luz intensa, fuente de luz, quásar, nostalgia.
El silencio fluye a raudales
pero escucho voces del pasado reciente,
del ahora lejano.
Un golpe en el cerebro, en la memoria, en el límite,
un golpe artero  
hizo que mi frente se secara,
que mi alba se oscureciera.
¿En dónde estoy?
¿En dónde están mis manos sin tiza entre los dedos?
¿En qué alumnos se quedó mi futuro,
en qué reacción enloquecida culminó mi protesta?
. . .
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CRISTINA BERBARI

Para vos, Ernesto Goldar,
la tardecita es para vos
que nos espiás
desde el resplandor en la pared
cuando este jugo de la sed
no deja de brotar.

Iluminás la voz aporteñada
desde la bujía burbujeante,
el verso amigo,
la expresión amable,
la alta impaciencia de una nota
a compás, a compás.

Es para vos,
toda la tarde para vos, Poeta.
______

domingo, 15 de julio de 2012

Homenaje a Ernesto Goldar




ESPACIO LITERARIO NORMA PADRA
EN EL CAFÉ DE LA SUBASTA
“HOMENAJE A ERNESTO GOLDAR”
“Café del encuentro de los poetas en el remanso de los sábados”
Sebastián Jorgi
Queridos amigos tengo el agrado de convocarlos a la lectura programada.
Sábado 21 de julio a las 18.30 hs. y todos los terceros sábados de cada mes.
No olvides que tu presencia es importante para todos nosotros.
Río de Janeiro 54
-altura  Av. Rivadavia 4.500  “Estación Río de Janeiro”, Subte A-
Ciudad de Buenos Aires
INVITADOS:
Mabel Fontau, Gabriela Migliano, Cristina Berbari, 
David Sorbille, Miguel Madrid,
Cynthia Rascovsky, Elena Eyheremendy, Jorge Estrella, 
Irene Marks, Elisa Degistani,

y muchos escritores amigos que nos visitarán.
-Entrada libre y gratuita-
Coordina:
Norma Padra


REVISTA PAPIROLAS 
www.revistapapirolas.blogspot.com

domingo, 8 de julio de 2012

Juan Larrea


Juan   Larrea
 
Bilbao, España, 13 de Marzo de 1895 -
Córdoba, Argentina, 9 de Julio de 1980
 
 
En una clínica privada de calle Santa Rosa al 300, rodeado por su nieto Vicente Luy Larrea y los jóvenes amigos de éste que lo acompañan, aquel 9 de Julio de 1980 fallece en Córdoba, Argentina -entre el bullicio patriotero de la junta militar gobernante y el silencio de la literatura local- el poeta español Juan Larrea. Había residido en nuestra ciudad desde agosto de 1956. Último hito de su exilio a partir del recrudecimiento de la guerra civil española: Paris, Méjico, New York, Córdoba. Sólo trae un gran lujo envuelto en infortunios: sus recuerdos de Juan Gris, Pablo Picasso y Jacques Lipchitz; de Vicente Huidobro, César Vallejo, León Felipe, Gerardo Diego, casi todos dispersos o abatidos, por la tempestad desatada sobre Europa, donde el árbol de Guernica resiste tanto como pueden sus ramas. Y trae otro patrimonio, dispuesto a ofrecerlo: su pensamiento, su erudición literaria, su pudoroso talento poético. Llega con su hija Luciana, que fallecerá en un accidente de aviación en 1961 junto al esposo, Gilbert Luy.
 
En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba –adonde ha sido convocado- dicta un seminario sobre “Teleología de la cultura”, funda y organiza el Instituto del Nuevo Mundo (1959-1964) y después el Centro de Documentación e Investigación “César Vallejo” (1966-1974); organiza el Simposium “César Vallejo, poeta trascendental de Hispanoamérica” (1959) y las “Conferencias vallejianas” (1967), participa con el crítico e historiador del arte Herbert Read en la Bienal de Arte Latinoamericano organizada aquí por Industrias Kaiser (1962). En la editorial universitaria publica la revista Aula Vallejo (1961-974), que dirige y donde escribe; publica sus libros César Vallejo o Hispanoamérica en la Cruz de su Razón (1958), Corona incaica (1960) y el texto de las conferencias ofrecidas por él mismo y H. R.: Pintura actual. Herbert Read: En los confines de la pintura – Juan Larrea: Pintura y nueva cultura (1964). El último título que publica en la UNC es Intensidad del canto errante (1972).
 
Entretanto la Argentina vive entre la agonía y la resurrección. Pero Larrea es un hombre ya castigado -desde la época de la guerra civil española y el desarrollo de la Segunda Guerra- por las persecuciones y por las pérdidas de seres queridos; está fatigado de bregar contra la discordia estéril entre pares, contra las limitaciones burocráticas académicas, la estrechez económica, la abulia intelectual que condena a varios outsider de su tiempo. Los años sesentas y setentas en la Argentina son contradictorios y paradójicos. Agonizar y resurgir implican sendas tareas dificultosas. Ha dedicado esfuerzos a la obra y la figura de su admirado César Vallejo, pero las dentelladas de Pablo Neruda y sus congéneres pretenderán arrinconarlo con acusaciones insostenibles, a él, uno de los que ayudó a que los españoles leyeran a Neruda por primera vez.
Pese a todo, durante su periodo de residencia en Córdoba, su prestigio va renovándose y extendiéndose en Europa, Estados Unidos, Méjico, Perú, Uruguay; se edita su obra poética, Versión Celeste, en Italia y luego en España. Comienza a estudiarse su obra (David Bary, Robert E. Gurney, entre otros), a analizarse sus teorías, a valorarse su labor poética y editorial. La recuperación de la democracia en su España natal lo lleva a visitarla nuevamente en ocasión de la edición en castellano de su Pablo Picasso. Guernica., en 1979. Pero ha echado raíces aquí, en la provincia más mediterránea de Argentina, bien distinta de la costa de La Coruña y de aquel cabo llamado Finisterre, que le inspirase la imagen de la travesía entre un viejo y un nuevo mundo. Se afinca en Córdoba hasta su último día, su última jornada, como lo hizo Manuel De Falla en su momento, y en esta tierra dejará su vejez y sus cenizas. También su semilla. Por eso lo recordamos con sus propios poemas.
                                               
                                                                   Eugenia Cabral
                                                                    Julio, 2012.
 

En la niebla

 En la niebla raza de nuestra raza domicilio
de las faltas de convicción de nuestros fantasmas
desde los gendarmes hasta las hipótesis más atrevidas
hasta los almendros obligados a presagiar el porvenir de nuestra
                                               Europa
la nuestra la de los diplomáticos
que subordinan las flores a las secretas inclinaciones de nuestra
                                               piel
guardando un equilibrio exento de ociosidad
occidente bello occidente
antes que el sol encuentre la máscara que busca
entre las ramas y que ya se inclina a recoger
 
El hombre es la más bella conquista del aire
 

Un color lo llamaba Juan
                                                           A la memoria de Juan Gris
Bendecimos el confort de las hormigas regulares
y la noche incluso más triste que el papel absorbente
después de la muerte de la palabra
ahora que el silencio dulcemente deviene festín de pájaro
entre los granos capricho de una prisión florida
 
Nuestros arroyos interiores están acordes
en aplacar este molino de individuo
único convidado que nos queda
de aquello que ha partido sin pretexto hacia el invierno
Sobre un dolor de antigua pradera
 las hormigas arrastran nuestras lágrimas de este a oeste
 
se ha ido por transparencia como las vagas promesas
de un río más bien banal
Hacía un calor de héroes mas el tiempo era pálido
 
Con una brizna de delicadeza y el insomnio de las lluvias
que vuelve seda el reflejo de las catedrales     
agujereamos la esponja de nuestras plegarias
para borrar el juramento de luna tejido en versos
donde sus ojos amoblaron la esperanza de corrientes de aire
 
Porque él nos dejó su tristeza
sentada al borde del cielo como un ángel obeso