(15 de enero 1943 - 12 de abril 2017)
Fui tu amanuense y te canté, dios de los Sueños,
como canté a las galerías que no iban a ninguna parte.
Te recuerdo bien en esos templos de piedra.
En las paredes había una lagartija para los días nublados,
y un escarabajo para los días limpios.
También había flores que parecían soles arrancados
del cielo azul.
De ahí mi gusto por dar a lo viejo lengua nueva;
y a lo nuevo lengua vieja, como dicen que ha sido alguna vez.
Trabajé duro, e hice versos que aún perduran.
Por eso, mi pensamiento está hecho de complicadas
irradiaciones que resisten todavía.
MANUEL RUANO
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