“La mansión infinita” de Norma Mazzei
(Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 2010, 92 p.)
16
- - - - - Evocación efímera
del juego infantil en las veredas:
giraba la bici la manzana
puro timbre al par del pedaleo,
iba de pie enarbolando
el moño suelto,
la risa abierta,
la falda rota.
21
Reina del sur, mi casa grande.
Yo que estuve en varia arquitectura
hallándote en paisajes muy diversos,
distingo en cada puerta que se abre
un puñado, un fragmento, una fracción del mundo.
33
[…]
Renuncio a los vallados que amedrentan la voz
aunque en ninguna voz me reconozca,
a los murales lavados con olvido,
a la gélida belleza de los ordenadores,
al pulso acelerado de la colmena global.
Renuncio a la dádiva ambigua que suprime
cuanto tenga de honor el desgraciado,
a los asentamientos que abaratan la tregua,
a los andenes de estaciones muertas
y al espacio mínimo que me paraliza.
Me aísla la franja humana alrededor que siento
del engranaje oculto en las moles de vidrio,
la explanada inerte, los árboles distantes,
la sirena a lo lejos de la ensenada ciega,
los reciclajes migrantes de las enormes fachadas.
Me aísla la marejada estéril de mutantes
de paso apresurado en su tribulación,
las muecas sin rostro, los ojos sin alma,
los silenciados seres que se enredan,
el abuso de fugarse por una puerta al vacío…
Evoco zonas de luz para no hundirme en la sombra
que transcurre las galerías del verso,
la avenida que aparece cual ofrenda:
el cántic de bronce a la energía
y grúas que lindan el gris del suelo.
Evoco el espigón de las faenas diarias
que apilados exhiben bolsas y cartones,
la rambla nueva, los patos blanquinegros,
la rumorosa fuente de la espuma
con su esplendor naciente de las aguas.
Me alegra tener un centro para barruntar el mundo,
un centro que es la casa de mis memorias,
un centro como un prisma develado
de puentes oceánicos y llanos verdes,
un centro etéreo que es ciudad.
Me alegra plateada por la luna
de mi sur intacto y majestuoso,
que sea su corazón
y que palpite a ritmo de orbe
con distinta llama.
Te espero, mansión infinita, eras de oro
para abrir siguiendo puertas a los días.
¡Cuánta locura aún que atrás no deja
que me olvide de vos sin apenarme!
El canto nada más que aporteñado y solo
vuelve frase la vida.
Te pierdo en el más lejano de los desarraigos,
te siento en mis pasiones más intensas
y te adivino a la par de las estrellas, ciudad mía.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Buenos Aires.
"En el fascinante pórtico del poema, la palabra juega a deslizarse por los vaivenes de la sangre, ascendiendo y descendiendo por los comprometidos puentes del pensamiento, anidando recuerdos, develando apetencias, anclando futuros en los recodos del mensaje.
[…] “La mansión infinita” es a mi entender, una original, bella y sentida confesión de pertenencia a las raíces que la sostienen: “Alguien observa calladamente / los suspiros del agua / y en tierra alguien agita un pañuelo / que implora embebido en llanto.”
[…] Si bien las imágenes contienen a un espacio determinado, el diseño luminoso de las palabras, excede a dicho espacio, situándolo en el goce musical y la hondura del recuerdo.
Nené D’Inzeo
Norma Mazzei —Buenos Aires, 1952. Es profesora y licenciada en letras por la Universidad de Buenos Aires. Ha sido becaria del Instituto de Cooperación Iberoamericana y realizó estudios de postgrado en la Universidad Complutense de Madrid, 1982-83. El Fondo Nacional de las Artes le asignó la beca de crítica literaria, 1987.
Sus obras editadas a la fecha:
POESÍA: Por nuestro abismo hacia el alba, Alucinaciones tres, Trazos y velos, Del fatal encantamiento, Constelario, Preludio al sol.
ENSAYO: La novela latinoamericana, Posmodernidad y narrativa latinoamericana, Lectura y comunicación, La novela latinoamericana (edición ampliada), El poder en la metáfora de la historia, La poética de Soto Vergés o la redención del deseo, Las magas de Cortázar.
16
- - - - - Evocación efímera
del juego infantil en las veredas:
giraba la bici la manzana
puro timbre al par del pedaleo,
iba de pie enarbolando
el moño suelto,
la risa abierta,
la falda rota.
21
Reina del sur, mi casa grande.
Yo que estuve en varia arquitectura
hallándote en paisajes muy diversos,
distingo en cada puerta que se abre
un puñado, un fragmento, una fracción del mundo.
33
[…]
Renuncio a los vallados que amedrentan la voz
aunque en ninguna voz me reconozca,
a los murales lavados con olvido,
a la gélida belleza de los ordenadores,
al pulso acelerado de la colmena global.
Renuncio a la dádiva ambigua que suprime
cuanto tenga de honor el desgraciado,
a los asentamientos que abaratan la tregua,
a los andenes de estaciones muertas
y al espacio mínimo que me paraliza.
Me aísla la franja humana alrededor que siento
del engranaje oculto en las moles de vidrio,
la explanada inerte, los árboles distantes,
la sirena a lo lejos de la ensenada ciega,
los reciclajes migrantes de las enormes fachadas.
Me aísla la marejada estéril de mutantes
de paso apresurado en su tribulación,
las muecas sin rostro, los ojos sin alma,
los silenciados seres que se enredan,
el abuso de fugarse por una puerta al vacío…
Evoco zonas de luz para no hundirme en la sombra
que transcurre las galerías del verso,
la avenida que aparece cual ofrenda:
el cántic de bronce a la energía
y grúas que lindan el gris del suelo.
Evoco el espigón de las faenas diarias
que apilados exhiben bolsas y cartones,
la rambla nueva, los patos blanquinegros,
la rumorosa fuente de la espuma
con su esplendor naciente de las aguas.
Me alegra tener un centro para barruntar el mundo,
un centro que es la casa de mis memorias,
un centro como un prisma develado
de puentes oceánicos y llanos verdes,
un centro etéreo que es ciudad.
Me alegra plateada por la luna
de mi sur intacto y majestuoso,
que sea su corazón
y que palpite a ritmo de orbe
con distinta llama.
Te espero, mansión infinita, eras de oro
para abrir siguiendo puertas a los días.
¡Cuánta locura aún que atrás no deja
que me olvide de vos sin apenarme!
El canto nada más que aporteñado y solo
vuelve frase la vida.
Te pierdo en el más lejano de los desarraigos,
te siento en mis pasiones más intensas
y te adivino a la par de las estrellas, ciudad mía.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Buenos Aires.
"En el fascinante pórtico del poema, la palabra juega a deslizarse por los vaivenes de la sangre, ascendiendo y descendiendo por los comprometidos puentes del pensamiento, anidando recuerdos, develando apetencias, anclando futuros en los recodos del mensaje.
[…] “La mansión infinita” es a mi entender, una original, bella y sentida confesión de pertenencia a las raíces que la sostienen: “Alguien observa calladamente / los suspiros del agua / y en tierra alguien agita un pañuelo / que implora embebido en llanto.”
[…] Si bien las imágenes contienen a un espacio determinado, el diseño luminoso de las palabras, excede a dicho espacio, situándolo en el goce musical y la hondura del recuerdo.
Nené D’Inzeo
Norma Mazzei —Buenos Aires, 1952. Es profesora y licenciada en letras por la Universidad de Buenos Aires. Ha sido becaria del Instituto de Cooperación Iberoamericana y realizó estudios de postgrado en la Universidad Complutense de Madrid, 1982-83. El Fondo Nacional de las Artes le asignó la beca de crítica literaria, 1987.
Sus obras editadas a la fecha:
POESÍA: Por nuestro abismo hacia el alba, Alucinaciones tres, Trazos y velos, Del fatal encantamiento, Constelario, Preludio al sol.
ENSAYO: La novela latinoamericana, Posmodernidad y narrativa latinoamericana, Lectura y comunicación, La novela latinoamericana (edición ampliada), El poder en la metáfora de la historia, La poética de Soto Vergés o la redención del deseo, Las magas de Cortázar.
1 comentario:
Felicitaciones por la publicaciòn. Una autora con mucha fuerza, ingenio y honestidad (frescura ante todo). Un abrazo.
Publicar un comentario